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Resumen Inicial

La adherencia vitreomacular (AVM), en la que se incluyen la tracción vitreomacular (TVM) y los agujeros maculares, es una alteración a nivel de la interfase vitreorretiniana, progresiva y relacionada con la edad, que puede provocar síntomas de distorsión visual, pérdida de agudeza visual y defectos del campo visual central. Hasta hace poco, el único tratamiento para la tracción vítreomacular, los agujeros maculares y otras anomalías a nivel de la interfase vítreorretiniana era la vitrectomía. Ésta conlleva unos riesgos que hacen que en la mayor parte de los pacientes con AVM se lleve a cabo una “conducta expectante” hasta que la pérdida de agudeza visual es clínicamente significativa.

La ocriplasmina es una forma truncada y recombinante de la plasmina y tiene actividad proteolítica contra varios componentes importantes de la interfase vítreorretiniana, incluyendo la fibronectina y la laminina. Una única inyección intravítrea de ocriplasmina (125 ug) ha demostrado ser efectiva en estudios en vivo y ex vivo en animales y humanos produciendo una vitreolisis enzimática consiguiendo la separación posterior del cuerpo vítreo y la retina.

Este trabajo estudia los niveles vítreos de ocriplasmina activa tras una única inyección intravítrea de 125 ug en diferentes puntos de tiempo y analiza el perfil de seguridad de dicho tratamiento.

Resumen

Se trata de un estudio de fase 2, abierto, unicéntrico, de 7 semanas duración. Se seleccionaron 38 pacientes, mayores de 18 años, con alteraciones oculares programadas para vitrectomía primaria, y con una mejor agudeza visual corregida de 20/800 o más en el ojo de no estudio. Se excluyeron aquellos pacientes con retinopatía diabética proliferativa, afaquia, miopía alta (más de -8 dioptrías), glaucoma no controlado, hemorragia u opacificación vítrea, historia de uveítis previa, antecedente de desprendimiento de retina en cualquier ojo, previa fotocoagulación de la mácula, y tratamiento con cirugía ocular, inyección intra-vítrea, o fotocoagulación por láser retiniana en los 3 meses previos.

Los pacientes recibieron una inyección intra-vítrea de ocriplasmina (125 ug en un volumen de 0.10 ml) previa a la vitrectomía programada para la recogida de muestra vítrea y fueron asignados en 6 grupos en función del tiempo transcurrido desde la inyección hasta la recogida de la muestra, de tal forma que en el grupo 1 la muestra vítrea fue recogida a los 5-30 minutos post-inyección; en el grupo 2 a los 31-60 min; en el grupo 3 a las 2-4 horas; en el grupo 4 a las 24 +/- 2 horas; en el grupo 5 a los 7 días +/- 1 día. El grupo 6 era el grupo control (sin inyección previa de ocriplasmina).

El análisis de la concentración de ocriplasmina activa pudo ser calculado usando parámetros de curva de calibración. Los datos de actividad media de cada grupo asÍ como actividad individual de cada paciente fueron reflejados en una gráfica semilogarítmica que relacionaba concentración activa de ocriplasmina (ng/mL) con tiempo pasado post-inyección (min). En el análisis del perfil de seguridad se recopilaron los eventos secundarios post-inyección así como los sucedidos pre y post-vitrectomía.

De los 38 pacientes del estudio, todos se incluyeron en la evaluación del perfil de seguridad mientras que en el análisis de la concentración de ocriplasmina activa solo participaron 36 pacientes. Las principales causas para vitrectomía del grupo 1 al 5 fueron: miodesopsias (32.4%), agujero macular (26.5%), pliegues maculares ( 17.6%) ,síndrome de tracción vítreo macular (5.9%) y otras (17.6%). En el grupo control la retinopatía diabética fue el principal motivo de vitrectomía (50%) seguido de agujero macular (25%) y pliegues maculares (25%). En cuanto a la valoración de los niveles de ocriplasmina activa recogidos en las muestras vítreas en los diferentes grupos, se vio que a medida que aumentaba el tiempo transcurrido desde la inyección hasta la recogida de la muestra, la concentración media de dicha proteasa activa disminuía, de modo que en el grupo 1 la concentración media fue de 11597,7 ng/mL, en el grupo 2 fue de 8108,7 ng/mL, en el grupo 3 la concentración disminuyó a 2610,6 ng/mL, a las 24 horas, la concentración media era de 496,5 ng/mL y de este grupo (grupo 4) la mitad de los pacientes presentaron concentraciones por debajo del límite de detección (

Discusión

En este estudio se vio cómo las concentraciones de ocriplasmina activa analizadas a partir de muestras vítreas eran menores a medida que transcurría el tiempo pasado desde la inyección hasta la recogida de la muestra, siendo a partir del día 7 equiparables a las del grupo control. Estos resultados son consistentes con otros estudios previos que demuestran una rápida inactivación de la ocriplasmina. El mecanismo preciso por el que se produce esta inactivación se desconoce si bien estudios experimentales sugieren que la presencia de inhibidores fisiológicos de la plasmina y la ocriplasmina , como la alfa2-antiplasmina, podrían estar aumentados en el vítreo de aquellos pacientes con alteraciones vitreorretinianas y por lo tanto, contribuir a la inactivación enzimática. Alternativamente o en adicción a este posible mecanismo, también se ha sugerido que en medios con pH fisiológico, la ocrisplasmina es altamente proteolítica y autolítica, limitando la duración de su actividad. Los resultados del perfil de seguridad del estudio demuestran que la inyección única de 125 ug de ocriplasmina es bien tolerada siendo la mayor parte eventos oculares de leve intensidad, con resolución completa asociados a la separación vítrea producida por la actividad de la enzima. Estos resultados también son consistentes con los datos recogidos de los dos grandes ensayos de fase 3 de la ocriplasmina en pacientes con adherencia vitreomacular sintomática.

Conclusión

Este trabajo estudia los niveles vítreos de ocriplasmina activa tras una única inyección intravítrea de 125 ug. Los resultados del estudio muestran que la presencia de la enzima se limita a los primeros días tras la inyección (con valores similares al grupo control a los 7 días), lo que puede tener implicaciones importantes en el inminente uso de este fármaco en nuestras consultas.

AUTOR:
Raquel Lapuente Monjas.
Médico residente de Oftalmología.
Hospital Universitario de Fuenlabrada. Madrid

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