La uveítis anterior, también llamada iritis, ocurre cuando la inflamación se localiza en la cámara anterior del globo ocular (espacio comprendido entre el iris y la córnea). Es la forma más frecuente de uveítis y supone entre un 75-90% del total de las uveítis, y también es la forma más benigna.
Causas
En función del tipo de uveítis anterior es más frecuente encontrar unas causas u otras. Las uveítis anteriores que son agudas, que aparecen sólo en un ojo en cada episodio, pero que pueden alternar entre ambos ojos en diferentes episodios, se asocian con frecuencia a enfermedades reumáticas como las espondiloartropatías y suelen tener un marcador genético que es el HLA-B27. Cuando la uveítis anterior ocurre siempre en el mismo ojo suele estar debido a una causa local dentro del propio ojo, y debe descartarse el virus del herpes como una de las principales causas. La ciclitis heterocrómica de Fuchs y el síndrome de Posner-Scholssmann son otras formas de uveítis anterior que presentan algunos hallazgos característicos como el cambio del color del iris y/o la subida de la presión ocular.
Las uveítis anteriores crónicas son procesos más graves porque, a menudo el ojo no está enrojecido y suelen existir ya múltiples secuelas en el momento del diagnóstico (queratopatía en banda, sinequias, catarata, glaucoma y/o edema macular). Esta uveítis puede asociarse a enfermedades reumáticas de la infancia como la artritis idiopática juvenil.
Síntomas
El paciente afecto de uveítis anterior suele tener el ojo rojo y doloroso, con intensa fotofobia (molestias muy acusadas cuando hay luz brillante). La visión muchas veces está conservada, aunque si la inflamación es severa puede existir visión borrosa. Además, la pupila suele tener un tamaño más reducido que la del otro ojo.
Pronóstico
En general, el pronóstico de los episodios de uveítis anterior aguda es bueno y los pacientes suelen recuperarse sin secuelas, siempre que el diagnóstico y el tratamiento sea precoz y apropiado.
Algunas formas de uveítis anteriores son recurrentes, especialmente las asociadas a enfermedades reumáticas, y en algunos casos podrían necesitar algún tipo de tratamiento para reducir la frecuencia e intensidad de estos brotes.
El pronóstico de las uveítis anteriores crónicas asociadas a la artritis idiopática juvenil es peor, aunque ha mejorado con las nuevas terapias. Estos pacientes necesitan un tratamiento prolongado para mantener la inflamación bajo control y a menudo requieren intervenciones quirúrgicas para solucionar las secuelas que puedan aparecer.
Tratamiento
El tratamiento habitualmente es a base de colirios. Se emplea un colirio de corticoides para tratar la inflamación junto con un colirio cicloplégico-midriático para dilatar la pupila. De esta forma se controla la inflamación, se reduce el dolor ocular y se evita que se formen adherencias entre el iris y el cristalino o la córnea, o se rompen las adherencias ya existentes, siempre que la enfermedad se haya diagnosticado a tiempo.
Los corticoides en gotas han de emplearse con frecuencia al principio y reducir paulatinamente la dosis en un plazo no inferior a 4-6 semanas. Algunos casos en los que la inflamación es muy intensa pueden requerir una infiltración local de corticoides o incluso comprimidos de corticoides durante algunas semanas.
Las uveítis anteriores relacionadas con el virus del herpes tienen su tratamiento específico con gotas de corticoides y fármacos antivirales administrados por vía oral.
En algunos casos en los que sube la presión ocular puede ser necesario el empleo de colirios hipotensores para reducir ésta.
Las uveítis anteriores crónicas asociadas a la artritis idiopática juvenil son procesos mucho más graves y difíciles de tratar y requieren, además de los colirios antes señalados, el empleo de medicación para modular la respuesta inmune. En estos casos suelen emplearse fármacos como el metotrexate , e incluso, cuando esto no es suficiente podrían utilizarse las novedosas terapias biológicas.