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Objetivo: Estudiar los resultados anatómicos y funcionales de la prótesis retiniana Argus II en pacientes con retinitis pigmentosa (RP).

Resumen

Objetivo: Estudiar los resultados anatómicos y funcionales de la prótesis retiniana Argus II en pacientes con retinitis pigmentosa (RP).

Métodos: Se trata de una serie de casos que incluyó 6 pacientes con agudeza visual no superior a percepción de luz. Se evaluaron los resultados anatómicos y funcionales tras la implantación de Argus II. Las variables principales fueron la movilidad, localización cuadrática, dirección de movimiento, agudeza visual grosera y campimetría Goldmann. También se realizó tomografía de coherencia óptica.

Resultados: La implantación de Argus II fue exitosa en todos los pacientes. Un paciente desarrolló elevación de la PIO, controlada medicamente. Otro paciente presentó un desprendimiento coroideo moderado que se resolvió espontáneamente. Un paciente abandonó el estudio. No aparecieron dehiscencia de la herida, endoftalmitis o DR. Todos los pacientes fueron capaces de localizar una luz brillante en el techo y una línea oscura en el suelo tras la cirugía. Los test de localización mejoraron en 4 pacientes y la dirección de movimiento en 3. Un paciente alcanzó agudeza visual grosera. La campimetría Goldmann mejoró en todos los pacientes.

Conclusiones: Los pacientes mostraron mejoría en las tareas visuales tras la cirugía y el implante fue bien tolerado y funcionó durante el año de seguimiento. Es necesario un riguroso proceso de selección de pacientes para aumentar el cumplimiento del paciente con el calendario riguroso de seguimiento y pruebas. Tanto los pacientes como el personal médico debe estar preparado para un proceso de rehabilitación complejo y largo.

Comentario

La prótesis retiniana Argus II fue aprobada para su uso en pacientes con degeneración de fotorreceptores, como aquellos con RP. Se trata de una compleja prótesis que consta de una cámara situada en unas gafas y una unidad de procesamiento de video que convierte las imágenes en señales electrónicas que son enviadas por cable a una bobina transmisora situada en las gafas. La parte implantada consta de una bobina receptora que va sutura a la esclera mediante un cerclaje escleral y envía la información mediante un cable transescleral a una matriz de 60 electrodos, que se une la superficie retiniana mediante una tachuela, y que emiten pulsos eléctricos a la superficie retiniana. Esos estímulos eléctricos producen una respuesta neuronal que es trasmitida por el nervio óptico a la corteza visual y permite al paciente la percepción de puntos de luz.

Su implantación comporta una compleja cirugía, que duró de media en los 6 pacientes 174,1±36,9 minutos (140-225). Los pacientes requieren un completo tratamiento antibiótico pre, peri y postoperatorio para reducir el riesgo de endoftalmitis.

Al final de la cirugía funcionaban la mayoría de los electrodos (56-60) y todos lo seguían haciendo al final del año de seguimiento. Excepto un caso de hipertensión ocular controlada medicamente y un DC moderado autolimitado, no acontecieron complicaciones importantes tras la cirugía.

Hubo mejoría en ciertos parámetros visuales estudiados tras la operación, como la visión cuadrática, la visión de movimiento y la campimetría Goldmann.

Un paciente abandonó el estudio a la semana de la implantación, posiblemente porque no se habían cumplido sus expectativas. Los autores creen que es fundamental evitar tales pérdidas en este tipo de implantes, pues se requiere un largo y tedioso entrenamiento para obtener su máximo beneficio, y no deja de ser un cuerpo extraño intraocular cuyos posibles efectos adversos a largo plazo aun no se conocen. Por eso creen necesaria una evaluación psicológica previa de los pacientes candidatos a este tipo de cirugía.

Es realmente complejo determinar la ganancia de visión de estos pacientes, pues los test realizados son difíciles de interpretar y requieren de un largo entrenamiento por parte del paciente. Los autores insisten en que los pacientes y el personal médico debe estar preparados para un arduo y largo proceso de rehabilitación, que asegure los mejores resultados posibles.

Conclusión

El estudio demuestra que la prótesis retiniana Argus II puede ser implantada con seguridad, con buena tolerancia y función durante 12 meses de seguimiento. La mejoría visual obtenida es discreta y difícil de cuantificar.

AUTOR:
PEDRO ARRIOLA-VILLALOBOS

Hospital Clínico San Carlos. Madrid

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