Resumen
La OK corrige la miopía a través de un adelgazamiento del epitelio corneal central. Se produce un engrosamiento de la periferia corneal, lo que se traduce en cambios en la curvatura corneal. Para mantener tal efecto es necesario el uso nocturno de estas lentes rígidas cada una o dos noches, lo que se traduce en diversos efectos sobre la córnea y calidad visual, a saber:
– Se producen alteraciones en la forma y tamaño de las células apicales del epitelio corneal, con pérdida de micro-proyecciones en las células basales. Todo ello parece favorecer la adhesión de algunos microorganismos a las células superficiales, lo que puede favorecer la infección.
– No parece existir alteración estromal, aunque sí se ha demostrado aumento irreversible del polimegatismo endotelial a partir del año de uso.
– El uso continuo de OK induce aberración esférica corneal, creando una córnea oblata. Además, se altera la sensibilidad al contraste y se producen aberraciones de alto orden. Todas estas alteraciones parecen reversibles al discontinuar su uso.
A pesar de que los estudios clínicos que permitieron la aprobación de esta técnica por la FDA apenas incluyeron niños entre los pacientes estudiados, la FDA, desoyendo los consejos del panel de expertos, no restringió el uso de la OK a mayores de 18 años. Se calcula que alrededor del 28% de los pacientes que emplean OK son menores de edad.
El uso de OK para detener la progresión de la miopía no está aprobado, pero se encuentra muy extendido. No existe evidencia nivel A sobre la eficacia de este uso, ya muchos de los estudios existentes no están aleatorizados, no son prospectivos, presentan numerosos sesgos, tasas altas de abandono, grupos pequeños o seguimiento muy corto. Es necesario un ensayo clínico prospectivo aleatorizado que incluya niños pequeños (edad preescolar-primaria) y con un seguimiento de muchos años para confirmar su eficacia y seguridad.
En teoría, la OK detiene la progresión de la miopía por el desenfoque hipermetrópico periférico que produce, deteniendo un supuesto estímulo para el crecimiento axial del ojo. Tal teoría ha quedado refutada en distintos estudios, que no encuentran relación entre el crecimiento axial del ojo y la refracción periférica. Con todo, quedan numerosas preguntas por responder, acerca de la edad ideal de inicio del tratamiento, el mantenimiento del efecto tras cesar la OK, o si habrá un crecimiento sobrevenido tras retirarlo.
Los autores, por último, recuerdan el aumento de riesgo de queratitis infecciosa en estos pacientes. Son cuadros por lo general centrales, graves, producidos por gérmenes Gram negativos y Acanthamoeba. Su incidencia es muy superior a la existente en usuarios de lentes rígidas de uso diario, y aun mayor en niños.
Comentario
Por el contrario, son más frecuentes de lo publicado las complicaciones infecciosas (muchas no se declaran), y el uso continuo de una lente rígida durante la noche induce, como hemos visto, numerosos cambios en la córnea del paciente, algunos de ellos irreversibles. En mi opinión, el uso de OK debe quedar limitado a pacientes muy específicos (deportistas de élite, opositores, etc.), desaconsejando su uso en otras situaciones.
Su empleo en niños y adolescentes para detener o enlentecer la progresión de la miopía es aún más controvertido, pues no se fundamenta en ensayos clínicos o estudios con la suficiente evidencia. Además, los efectos secundarios de la OK son más frecuentes y graves en niños, por lo que su uso, no aprobado por la FDA, se desaconseja.
Conclusión
AUTOR:
Pedro Arriola-Villalobos
Hospital Clínico San Carlos. Madrid.