Autores del artículo original
Anna V. Zarubina, MD, David C. Neely, MD, Mark E. Clark, BS, Carrie E. Huisingh, MPH, Brian C. Samuels, MD, PhD, Yuhua Zhang, PhD, Gerald McGwin, Jr., MS, PhD, Cynthia Owsley, PhD, MSPH, Christine A. Curcio, PhD
Ophthalmology 2016; 123: 1090-1100
Resumen
Los depósitos drusenoides subretinianos (DDS) son lesiones extra celulares que se encuentran entre el epitelio pigmentario de la retina (EPR) y los fotorreceptores; predominan en la región superior y temporal del área perifoveolar. En su composición se asemejan a las drusas en su perfil proteico, aunque difieren en cuanto a contenido lipídico. No contiene marcadores de fotorreceptores, células de Müller o EPR. Las técnicas de imagen adaptaría ponen de manifiesto una particular reorganización de los fotorreceptores entorno a estos depósitos que puede condicionar la función visual.
Si bien los DDS fueron descritos en 1990 mediante la fotografía con luz aneritra, se definieron a raíz de la introduccción de la OCT de dominio espectral (SD-OCT). La trascendencia de los DDS viene dada por la asociación a una mayor incidencia y progresión de DMAE,, especialmente en presencia de neovascularización tipo 3 (intrarretiniana). Además los DDS aparecen en numerosas patologías de la mácula, tanto congénitas como adquiridas. A pesar de estas evidencias sólo están publicados dos estudios que evalúan la presencia de DDS en población sana, en ambos casos mediante fotografías estereoscopias aneritras
Los autores diseñan un estudio transversal en el que reclutan 651 sujetos mayores de 60 años, elegidos entre los participantes en el Alabama Study of Early Age-Related Macular Degeneration (ALSTAR). Los criterios de inclusión exigen la presencia de máculas sanas o bien de DMAE precoz o intermedia según los criterios del estudio AREDS. Se retiran 40 potenciales participantes por criterios de mala calidad de imagen o incumplimiento de los criterios de inclusión. El estudio incluye SD –OCT: Spectralis HRA + SD OCT (Heilderberg, Alemania), protocolos de mácula y nervio (OHN); autofluorescencia y fotografía funduscópica. Para la OCT se realizan capturas en tecnología SD y en modo en face. La identificación de las DDS en la OCT se lleva a cabo por un investigador enmascarado, con apoyo del software de mapping de Spectralis. Las lesiones en AF se correlacionan con las imágenes de OCT usando los vasos de la retina como marcadores de referencia. Los autores desarrollan una descripción propia de los DDS para cada una de las técnicas de imagen aplicadas; la presencia de DDS se considera como una variable dicotómica, presente si lo está en uno sólo de los ojos o en ambos, o ausente. En el estudio se definen nuevos criterios para considerar la existencia de los DDS en base a los hallazgos en la SD-OCT.
Con los criterios del estudio AREDS. La media de edad es de 69 años, 65% mujeres, 95% blancos. El 54% son no fumadores, 1/3 de los participantes tienen patología cardiaca, la mitad son hipertensos; el 32% presentan DMAE, de ellos el 90% inicial y el 10% restante intermedia.
La prevalencia de los DDS es 32%, en el 62% la presencia es bilateral. Hay una diferencia significativa en la edad a favor de los sujetos con DDS (70,6 frente a 68,7 P = 0,0002). Hay asociación estadísticamente significativa entre la presencia de DDS y la severidad de DMAE; La prevalencia de DDS en sujetos con DMAE inicial y media es 49% y 79% respectivamente (P < 0,0001); si se ajusta por edad los sujetos con DDS tiene 3,4 veces más riesgo de padecer DMAE que los sujetos sin ellos (IC 2,3-4,9 95% confianza). En sujetos con mácula sana la prevalencia de los DDS es 23%. No se encuentran diferencias respecto a otras variables.
Con los criterios modificados por los investigadores la prevalencia de DDS en la muestra es del 74%, en el 70% la afectación es bilateral. Nuevamente hay asociación estadística entre la presencia de DDS y la severidad de la DMAE; en este caso 2,5 veces más riesgo.
Al aplicar ninguno de los criterios de presencia de DDS se encuentra que no hay modificación en relación con la edad de la asociación de los mismos a la severidad de la DMAE.
Por último, los autores destacan que la presencia de DDS es aproximadamente el doble en la región del disco que en la mácula.
Comentario
El desarrollo de las nuevas OCT está permitiendo descubrir nuevas lesiones, y valorar en mayor detalle las ya conocidas. Teniendo en cuenta esta premisa es fácil deducir que algunas de las conclusiones de los grandes estudios sobre DMAE, como el ALSTAR, están pudiendo quedar obsoletas.
La tecnología en face nos ayuda a evaluar con mayor precisión capas más profundas de la retina, por lo que empezamos a conocer lesiones que debemos ubicar en la práctica clínica real; corremos el riesgo de aumentar el número de consultas y la sensación de enfermedad de personas asintomáticas. Por otro lado un mejor conocimiento las alteraciones que preceden a la DMAE facilitaría una detección precoz y una mayor eficacia y eficiencia de los tratamientos.
El reto está en definir bases normativas suficientemente amplias para obtener el mayor rendimiento de las técnicas emergentes, y la realización de estudios que puedan llevar a la aplicación racional de los recursos por llegar.
AUTORES:
Dra. María Dolores Morillo Rojas
F.E.A. Oftalmología
Departamento de Glaucoma
Hospital General del S.A.S. de Jerez
Dr. Javier Benítez-del-Castillo Sánchez
Responsable Departamento de Glaucoma
Hospital General del S.A.S. de Jerez
Profesor Asociado de Oftalmología
Universidad de Cádiz