En la uveítis posterior la inflamación afecta las estructuras del fondo de ojo, pudiendo localizarse en la retina (retinitis), coroides (coroiditis) o ambas (corio-retinitis). La inflamación de los vasos centrales de la retina (vasculitis retiniana) también se considera una forma de uveítis posterior. Con frecuencia también existe cierta turbidez del humor vítreo en la vecindad del foco inflamatorio.
Causas
En este tipo de uveítis siempre han de descartarse algunas causas infecciosas. La causa más frecuente es la toxoplasmosis, que consiste en la infección por un parásito llamado toxoplasma que se enquista en la retina, desde donde puede reactivarse y producir un foco de retinitis. Otras enfermedades infecciosas que pueden cursar con uveítis posterior son la sífilis, la tuberculosis y la infección por el virus del herpes, que cuando afecta a la retina produce un cuadro muy grave conocido como síndrome de necrosis retiniana aguda.
Otros tipos de uveítis posterior están producidos por procesos propios del ojo y se denominan síndromes de “manchas blancas”. En este caso, el humor vítreo no suele estar inflamado o si lo está, el grado de turbidez es escaso, suelen afectarse ambos ojos y la forma y distribución de las lesiones, así como el empleo de algunas pruebas de imagen realizadas en la consulta, a menudo permite al oftalmólogo obtener el diagnóstico.
Las vasculitis retinianas, por su parte, casi nunca están relacionadas con vasculitis sistémicas que afecten a otras partes del organismo. Suelen ser, por tanto, vasculitis retinianas primarias o confinadas al ojo.
Síntomas
El ojo no suele estar enrojecido. El paciente suele notar visión borrosa y “moscas volantes” por la turbidez del humor vítreo. Existirá mayor o menor pérdida de visión en función de la localización del foco de inflamación en la retina o coroides. Si el foco afecta a la mácula puede existir una pérdida de visión muy importante.
Tratamiento
En las enfermedades infecciosas, el tratamiento es el del microorganismo que las produce y suele realizarse con fármacos antiinfecciosos administrados por vía oral o intravenosa durante un periodo variable de tiempo, que puede oscilar desde 2 semanas en el caso de la sífilis hasta 10 ó 12 meses en el caso de la tuberculosis.
Los síndromes de “manchas blancas” también tienen su tratamiento específico, que puede oscilar entre la simple vigilancia en algunos casos benignos que se resuelven de forma espontánea hasta el empleo de corticoides administrados por vía oral asociados a uno o varios fármacos inmunosupresores en los casos más severos como la retinocoroidopatía en “perdigonada” o enfermedad de Birdshot, o la coroiditis serpiginosa.
En las vasculitis retinianas, una vez descartadas las causas infecciosas, también se emplean corticoides por vía oral asociados o no a fármacos inmunosupresores.